martes, 23 de febrero de 2016

Educación, pobreza y trabajo informal


Las pruebas PISA de evaluación de la calidad de los aprendizajes, que viene tomando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de la Unión Europea, han emitido un informe complementario en el que se analizan los resultados de ocho países latinoamericanos: la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay. Las conclusiones extraídas apuntan a señalar motivos y consecuencias de los bajos rendimientos observados, si bien se reconoce una leve mejora que se viene operando en la última década.
En términos generales, prácticamente la mitad de los alumnos de 15 años que respondieron a la prueba no supieron resolver acertadamente los ejercicios básicos de matemática, lectura y ciencias. Eso ubica a los citados países de nuestro continente en los últimos puestos en cuanto a los rendimientos, detrás de lo logrado por alumnos de otras naciones, como Rumania, Bulgaria, Emiratos Árabes y Kazakhstán. En el penúltimo lugar quedó Perú y en el último, Indonesia. La matemática fue un obstáculo mayor para los jóvenes de América latina, donde los mejores resultados se registraron en Chile, México y Uruguay.
Se ha estimado que la desigualdad económica es la causa fundamental de la desigualdad comparativa de los resultados. Se indica que los alumnos cuyos padres poseen un nivel de educación elevado y trabajos que los proveen de ingresos satisfactorios pueden ofrecer a sus hijos mejores medios de estudio (libros, computadoras, aprendizajes privados), un vocabulario más rico en el intercambio familiar cotidiano y más tiempo de atención y ayuda de los padres en las tareas escolares. En tanto, en los hogares pobres, donde los padres sólo han alcanzado un bajo nivel de estudios y, a menudo, se encuentran desempleados, los niños y adolescentes reciben un menor o insuficiente apoyo.
Por lo tanto, la tasa de estudiantes que van quedando rezagados son los que se mueven dentro de una precariedad de medios. Así, por ejemplo, México, con casi el 50% de su población subsistiendo en un nivel de carencias, según los datos de la agencia mexicana para el desarrollo, y con la mitad de su fuerza laboral ejerciéndose en la incertidumbre de los trabajos informales, muestra a las claras las razones que impiden a sus alumnos tener mejores rendimientos generalizados.
Siendo el progreso en el estudio de las jóvenes generaciones la clave que permitiría reducir en un futuro próximo los males económicos y sociales de las naciones que padecen hoy a causa de la pobreza, el desarrollo de los países de América latina crecería en la medida en que se afirmara la certidumbre formal del trabajo de los padres, lo que incidiría en mejoras en la atención de los rendimientos escolares de los hijos, principalmente en las disciplinas analizadas, avance valioso que sería accesible en las próximas décadas.


FUENTE:  Editorial. (23 de febrero de 2016). Educación, pobreza y trabajo informal. La Nación. Recuperado de  http://www.lanacion.com.ar/1873405-educacion-pobreza-y-trabajo-informal

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