Mucho ruido y pocas nueces
“[…] darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en ves de sabios, en hombres con la presunción de serlo […]” (Fedro de Platón)
No se trata de remontarnos demasiado al pasado, pero sí hilvanar el tema recordando brevemente que desde la antigüedad la información siempre ha significado “poder” y solamente algunas personas… grupos… disfrutaban de ella. Esto fue cambiando en la medida que nuestra sociedad y los medios de comunicación fueron avanzando, dicha evolución fue provocando un mayor movimiento y flujo de la información que, mejor o peor, ha ido haciéndose más uniforme y abierta.
Actualmente de todos es sabido, y con ello no pretendo descubrir “el mediterráneo”, que nuestro sistema global junto a las nuevas tecnologías hacen posible la intercomunicación a nivel mundial , nunca mejor dicho “ el mundo es un pañuelo”, y debido a estos cambios hemos ido creando nuevos patrones de pensamiento y modificando la forma de percibir nuestro entorno, de manera que han ido jalonando nuestras vidas aunque no siempre en positivo.
Vivimos en una sociedad donde el grado de libertad que goza la información es incalculable… y aunque esto no alcanza a todos los países los avances tecnológicos, que tanto apreciamos, han ido ganando terreno y facilitándonos la vida en diferentes campos del saber… pero paralelo a todas sus bondades que son muchas y no debemos cerrar los ojos a ellas, también es cierto que hemos ido cediendo terreno y, a veces, no hemos sido capaces de gestionar tantos cambios, “[…] La maquina la hace el hombre…Y es lo que el hombre hace con ella [...]” (Jorge Drexler) tal vez el creador se ha convertido en esclavo de su propia obra…de manera que, sin tener consciencia de ello, hemos quedado presos de una inactividad que nos ha sumergido en una comodidad intelectual, adiestrados y educados no para pensar sino para formar parte de un engranaje consumista… y, aunque sacadas de su contexto, no es de extrañar que las palabras del Fedro de Platón nos resulten todavía tan cercanas y actuales, pues no es tan difícil encontrar un perfil semejante.
Hoy la información que recibimos, mayoritariamente, parece estar basada en un “sensacionalismo barato” es una constante “feria de circo”… que nos entretiene, manipula y nos despista de lo verdaderamente esencial e importante… constantemente nos están invitando a salir fuera de nosotros… la felicidad que nos prometen siempre depende del consumo… siempre está en el exterior… Nos venden demasiado ruido… y cargados con este equipaje turbio y pesado difícilmente podremos encontrar el camino de la reflexión y el entendimiento… Las consecuencias de este vaivén desproporcionado las vemos reflejadas en todos los ámbitos… no se necesita ser muy avispado para darse cuenta de ello, fácilmente se observa la uniformidad de ideas en los mensajes que recibimos a diario…todos parecen estar clonados… las mismas opiniones… las mismas conclusiones… razonamientos… incluso la mayoría de las críticas también se ajustan a unos patrones establecidos que, a la vez, forman parte del mismo entramado… hay cantidades ingentes de información, pero ¿realmente estamos informados? Hoy prima la cantidad sobre la calidad… o como viene a decir el dicho popular “hay mucho ruido y pocas nueces”. Este padecimiento de desinformación de la información (término algo manidito) se debe a que los objetivos y el fin último de ésta no es la formación y el conocimiento sino la invención de unas necesidades vacías y huecas, pero muy dependientes. Dice Noam Chomsky en “Cómo nos venden la moto”
“ [… ] Ahora un hecho es verdad no porque corresponda a criterios objetivos, rigurosos y verificados en sus fuentes, sino sencillamente porque otros medios de comunicación repiten las mismas afirmaciones y confirman […] Los medios de comunicación ya no saben distinguir, estructuralmente, lo verdadero de lo falso. […] quererse informar sin esfuerzo es una ilusión que tiene que ver con el mito publicitario más que con la movilización cívica. Informarse.”
No se trata de ver la realidad desde el más absoluto extremo catastrófico porque corremos el riesgo de paralizarnos a la hora de actuar, pero tampoco podemos colocarnos en la actitud del eterno optimista ésta puede encerrar cierto miedo a afrontar o ver la realidad, es por ello que en los extremos no se puede encontrar la solución….
En este punto cabría hacernos una reflexión sobre el indudable “Poder de la información”, ya que, nadie ignora su gran influencia en nuestra sociedad y en consecuencia su gran capacidad de manipular la realidad y con ella voluntades…ideas… y sabiendo, entonces, que ese poder está gestionado por la desinformación ¿Qué calidad de conocimiento adquirimos…? ¿Qué consecuencias vemos en el aprendizaje… en la educación…? ¿Qué poder controlaría ese poder?
Es indudable que todos formamos parte de un mismo engranaje y como tal no podemos eludir nuestra responsabilidad sea cual sea el puesto que estemos ocupando en la sociedad, pero mucho más si nuestra labor es la de “Gestores de la información” y no podemos esperar grandes cambios si primero no empezamos dentro de casa y teniendo presente siempre que el inmenso océano está compuesto por infinitas y muy pequeñitas gotas de agua… ¿Cómo aportar nuestra gota a este océano de la información que no de la desinformación?
Si con Platón inicié este texto, a modo de hilo conductor, las reflexiones de Saramago servirán como colofón para dar por finalizado el mismo.
“Yo creo que nos están estupidificando, estupidificando de la manera más maquiavélica que se pueda imaginar. La forma más primaria consiste en no informarnos, no decirnos nada, dejarnos ignorantes […]Vivimos en un universo metastásico de información, de comunicación, que ni comunica ni informa, que al final estupidifica. […] La mayoría de la gente no está informada. Hablo de la mayoría. Luego hay unos cuantos pequeños grupos de personas perplejas que dudan, que creen que las cosas no van bien. Son grupúsculos, porque el resto, la mayoría, está encantada de no saber nada y saber cada vez menos de esa nada que ya sabía antes. […] La publicidad constituye una forma elaboradísima de condicionamiento de los espíritus, porque ha sido objeto de todos los análisis posibles e imaginables.[…]ahora los instrumentos son la publicidad y la diversión. Hemos convertido el planeta en un inmenso escenario donde todo el mundo se ha transformado en actor. Y si no lo es todavía, espera llegar a serlo.[…] El desastre al que nos enfrentamos es la ausencia total de espíritu crítico.[…] El pensamiento único, ni siquiera es pensamiento. Es, más o menos, el pensamiento cero.[…]” (Leer más)
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